jueves, 16 de octubre de 2014

Escribir bien

Encontré esta nota del periódico español El País con el título Siete cosas feas que Internet le ha hecho al castellano. Se comenta “la violación sistemática de la ortografía y la gramática castellanas”, y que lo peor es que algunas perversiones que estaban limitadas al ámbito la Red y los mensajes de texto, se trasladan cada vez más al resto de lo escrito. También se aclara que no todo es culpa de internet...

Esto ha estado circulando por las redes
La autora señala que tuit ya está incluida en el Diccionario de la RAE y vaticina que guasap lo estará pronto: menciona esto como una ampliación de nuestro vocabulario: ¿qué ganamos con la incorporación de estos mamarrachos que no son palabras nuevas sino deformaciones de un término en inglés (como güisqui, béisbol, espray, esnifar, clicar)?. 

Las aberraciones que se mencionan en la nota son las siguientes (seis, no siete como promete el título):
  • “revoleo” de comas sin criterio alguno;
  • epidemia de puntos suspensivos;
  • no usar los signos ¿ y ¡ y utilizar el ! para énfasis;
  • el uso de la k en palabras que comienzan con ese sonido, e incluso usar k por la palabra que;
  • no usar la h “porque total se entiende”;
  • usar indistintamente a ver y haber; halla, haya y allá; por qué y porque.
Me gustó en especial este párrafo: 
En esa urgencia que nos hemos autoimpuesto por comunicar constantemente todo lo que nos sucede, hemos terminado aceptando la siguiente excusa: como me van a entender igual, puedo escribir como me dé la gana. Además como el castellano tiene la ventaja de que puede leerse fonéticamente y las h son mudas ¿para qué las necesito?.  ¿Y para qué necesitamos el por favor y el gracias? ¿Y el hola? ¿De verdad suprimir las h supone un ahorro energético tan relevante en nuestras vidas? ¿El tiempo que empleamos en teclear esta letra nos daría para aprender un nuevo idioma, conseguir unos abdominales como los de Ronaldo o sacarnos el carné de conducir? 

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